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MARIO VARGAS LLOSA Y JOSÉ MARÍA ARGUEDAS SE ENFRENTAN EN ESTAS ELECCIONES

Publicado: 2021-04-26


La sabiduría popular indica que los personajes influyentes pueden modificar la fisonomía particular de los acontecimientos y algunas de sus consecuencias, pero no pueden cambiar su orientación. Esto vale en la actual coyuntura, al advertir a Vargas Llosa enfilando todas sus baterías contra la mayoría de peruanos decididos a elegir a un presidente que cuestiona las reglas de juego de una economía de mercado que no aporta ni orgullo étnico, ni felicidad, ni riqueza.

Pero la parafernalia mostrada en los medios de comunicación por Vargas Llosa, hace tiempo que ha dejado de sorprendernos. Él ya nos había advertido que es del poder trasnacional de donde saca su ideología. Desde entonces, su labor de converso ha sido magnificar los frutos del capitalismo neoliberal, demoler toda propuesta que reivindique la diversidad étnica, la organización intercultural, el paisaje natural, la magia ancestral, la economía solidaria de los pueblos. Cual “Santiago mata moros” se adentra temerario en las discursos y en las acciones de los movimientos sociales libertarios para encontrar en ellos monstruos “arcaicos” y liquidarlos. En este escenario, hará de José María Arguedas el más arcaico de los demonios; y de la producción arguediana, el centro de sus ataques .

En oposición a Arguedas, para Vargas Llosa ya no hay tiempo para las grandes preguntas del nacionalismo político y de la diversidad cultural. Señala: “la preservación de las culturas primitivas de América es una utopía incompatible con otra meta más urgente: el establecimiento de sociedades modernas” (…) “Tal vez no haya otra manera realista de integrar nuestras sociedades que pidiendo a los indios pagar ese alto precio” ( M.V.LL. "El nacimiento del Perú". En Hispania, 1992).

La paradoja es que José María Arguedas es más contemporáneo que Vargas Llosa. Representa la corriente intercultural de la mayoría de peruanos que exigen un nuevo contrato social y que, desde las fortalezas de su diversidad social y regional, reivindican su actuación política como una posibilidad de gestión del cambio.

Atrincherados entre Vargas Llosa y Arguedas, ganarán la guerra los que escojan las batallas. Esta será una batalla posible de ser ganada por las diversas colectividades subordinadas si construyen, de manera inteligente, su estado mayor, sus objetivos y estrategias pertinentes. Para ello, deberán superar las tesis según las cuales las personas son organismos vacíos, gobernados eficientemente mientras más integrado esté el país y mientras más desarrollado esté el mercado interno.

Es preciso que se reconozcan, plenos de diversidad y llenos de coraje, como actores históricos de toda transformación que les permita conquistar la verdadera democracia y la igualdad de oportunidades.  Entonces, ser peruano significará no solo haber nacido en el Perú, sino tener el uso y la inteligencia de valores reconocidos y compartidos. Es decir, "seguros de sí mismos y justificados de existir, por una especie de adhesión, a una colectividad entera". 

Con esta perspectiva de sociedad posible, con este nuevo pacto social y político más humano, en nuestro país de ríos profundos y de todas las sangres, Arguedas, y no Vargas Llosa, es la vanguardia intelectual en este siglo XXI.


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