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Pablo Macera: Lo andino en debate y el agotamiento de los proyectos criollos y mestizos

Entrevista de Víctor Carranza (revista kachkaniraqmi: abril, 1991

Publicado: 2020-01-11


En 1980, César Hildebrandt le preguntó a boca de jarro: ¿cuándo se jodió el Perú? Pablo contestó: “Varias veces y desde el inicio mismo de la sociedad colonial, desde el momento en que una sociedad universal en términos de Toynbee, como la andina, fue interrumpida en su desarrollo autónomo”. Suponemos que el entrevistador esperaba otra respuesta, una alusión a cualquier gobierno de este siglo, a las que nos tienen acostumbrados nuestros científicos sociales. Pero la alusión frontal, intencionada, de mostrarnos en la toma de Cajamarca por Pizarro una herida aún abierta y la fuente matriz de nuestras frustraciones actuales, es lo que hace precisamente de Macera uno de los más importantes portadores de la otra historia y a cuya evidencia no cesa de convocarnos.

Tensando aún más la historiografía peruana, rebasando cualquier opción romántica de lo indio, Macera nos advierte de la necesidad impostergable de elaborar síntesis históricas, de tratar de entender nuestro país no sólo desde una dimensión étnica ni únicamente desde una dimensión clasista, sino desde la articulación concreta de ambas dimensiones; nos exige partir de lo nacional pero situado en un contexto internacional que lo define en sus múltiples contradicciones. Por ello, agregaba: “yo no creo que debamos entender la frustración del Perú como una suerte de dinámica interna de la sociedad peruana. Yo creo que es parte de la dinámica de un sistema mundial que exige la frustración de sus componentes subordinados”.


Víctor Carranza: Hoy, a 10 años de esas declaraciones, tras el fracaso de los proyectos políticos implementados en la última década, te preguntamos Pablo, también a boca de jarro: ¿Los proyectos criollos y mestizos han fracasado en el Perú en estos 500 años?

Pablo Macera: Efectivamente, como lo señalo en el prólogo de Mitos: dominación y resistencia andina de Rosina Valcárcel, para mí las sociedades criollas y mestizas americanas han llegado al agotamiento de sus modelos culturales y no tienen futuro por sí mismas ni dentro del capitalismo, ni dentro del socialismo. Es más, en alguna otra oportunidad he dicho que creo que si el Perú existe es a pesar de la derecha que utiliza su nombre y sus símbolos para protegerse. Una conciencia tenue de este hecho quizá condujo a buscar en lo mítico andino, tanto en sus orígenes como en su representación contemporánea, un asidero para relacionar la sociedad propia carencial con la sociedad andina.


V. C.: ¿Las clases dominantes son conscientes de la esencia histórica de su fracaso?

P. M.: Creo que algunos de ellos lo sospechan y son precisamente los que quieren montar o estarían ya instrumentalizando una opción descarnadamente dictatorial.

V. C.: ¿Los partidos políticos de izquierda son la contraparte lógica de esa opción criollo-mestiza de entender el Perú?

P. M.: Considero que las direcciones políticas han abandonado una posición frente a lo andino. Y en este momento podría ser demasiado tarde para ellos. Han perdido la oportunidad. Precisamente esta conexión con lo andino los habría vitalizado, les habría podido dar una conceptualización mucho más rica, más aproximada a la realidad que les hubiera permitido ganar el apoyo de las poblaciones rurales.

V. C.: ¿Y nuestros intelectuales, perciben todo esto?

P.M.: No todos, y pareciera que sus argumentos no son asumidos orgánicamente en su dimensión política. Los partidos de izquierda no recepcionan estos planteamientos. Por ejemplo, el análisis de Alberto Flores Galindo no ha sido asimilado por un aparato político que de algún modo reorientase sus acciones o sus análisis. Hoy por hoy, estas direcciones políticas están obsesionadas con otro tipo de problemas, pienso que secundarios, incluso aún en la perspectiva en que ellos se colocan: el economicismo, el parlamentarismo, entre otros ismos, sigue marcando a fuego a nuestra izquierda.

V. C.: ¿Perciben ellos ese abandono de lo andino?

P. M. Lo saben desde hace muchos años. Y, cuando se han aproximado a lo andino, lo han romantizado, se han quedado satisfechos con afirmaciones generosas, nobles, caras al indigenismo, pero insuficientes. Y es que la base de esta carencia se explica porque están orientados en una dinámica distinta, apuestan esencialmente a un desarrollo desde lo criollo. Ello será así hasta que no tengan, también, evidencias de su agotamiento. Hasta que no vayan al botadero de la historia como van a terminar todos ellos.

V. C.: ¿A no ser que sean atraídos desde el otro lado por aquella “tempestad en los Andes” de la que hablaba Luis E. Valcárcel?

P. M.: Hoy en día no se ve, del otro lado, una fuerza que los atraiga hacia lo andino. Además, estoy empezando a sospechar que lo andino no tiene un verdadero interés para ellos. En cuanto a las poblaciones rurales andinas en sí mismas, su obsesión esencial actual es sobrevivir y no ser muertas en la confrontación en curso. No sabemos qué puede ocurrir después. Pareciera que en este momento aspiran a la neutralidad, aunque no la están consiguiendo tampoco. Hay un amplio margen de maniobra para las clases dominantes que les permite un control de esas poblaciones, incluso como masas marginales encerradas en las ciudades.

V. C.: ¿Y si definitivamente los objetivos de las clases dominantes no resultaran funcionales a los andinos?

P. M.: Cabe subrayar que el agotamiento de los proyectos criollos en el Perú no nos debe inducir a plantear “lo andino” como alternativa; sino a recrear –como problema y como posibilidad- la concepción socialista que sólo tendrá posibilidades si se nutre de la vertiente andina a una manera de síntesis histórica. Por ello, el dilema en que se encuentran las poblaciones andinas en una posible coyuntura de guerra generalizada es el de apostar por la contrarrevolución capitalista o apostar por la revolución socialista. El proyecto andino no se visualiza como una tercera opción. El problema radica en que lo andino no sólo no está en el proyecto capitalista de desarrollo nacional, ello es obvio. Lo dramático es que tampoco está al interior de los proyectos socialistas conocidos.

En síntesis, en este momento, la recuperación y desarrollo integral de las culturas andinas es una opción que no está en juego. No hay un jefe de Estado, ni un general del ejército, ni un líder subversivo; no hay un senador de la república, ni un cuerpo de intelectuales que seriamente los haga suyos. Tampoco del lado andino existe la fuerza para desbordarlos de sus marcos de sublimación de lo criollo. Entonces, me parece que en el corto plazo no veremos en acción la tempestad en los Andes. Quizá después. ¿Después de qué?, no lo sabemos.

V. C.: ¿Y, si aún así, triunfara una revolución socialista en el Perú?

P. M.: No tendría éxito. Pueden apostar por un modelo socialista. Pero si no incorpora la realidad andina a su praxis total, sería un fracaso. Pero, siendo realistas, digamos mejor que la dimensión real del problema es que no habrá triunfo de la revolución socialista en este país mientras la izquierda se niegue todavía a ver la actual realidad andina. Al respecto –hablamos de la izquierda-, sabemos el estado en que se halla.

V. C.: ¿Cuáles serían los nexos de un proceso revolucionario peruano con los demás países de América?

En primer lugar, la agresión del norte sería implementada. No sabemos lo que pueda ocurrir. En Nicaragua el error –me parece- fue que pensaron que podrían hacer una revolución solamente en Nicaragua. Yo no creo que el proceso revolucionario peruano vaya a ser encapsulado sólo en el contexto del Perú. Preveo un proceso sumamente largo, parecido al movimiento independentista latinoamericano del siglo XIX, cuyas acciones podrían estar ocurriendo desde las costas de Colombia en el Atlántico, hasta el extremo Sur de Chile.

Así como hay una estrategia global por parte de EE.UU. respecto a sus planes en América del Sur, yo no descartaría síntomas de una futura simultaneidad de formas de resistencia que harían vulnerable el poder del imperio. EEUU podría controlar militarmente a un solo país; pero no podría controlar a la totalidad de ellos, aunque efectivamente tenga superioridad de armas. Porque si para conquistar o reconquistar Kuwait tienen que poner medio millón de hombres, ¿Qué cantidad de hombres necesitarían para sitiar el territorio chileno, el altiplano boliviano, los Andes peruanos, ecuatorianos y todos los escenarios de esta confrontación que asumirían la misma configuración final que tuvo la emancipación del tutelaje hispano? EE.UU. no va a enfrentarse a un solo país. Al principio quizá, pero la confrontación terminaría siendo un movimiento continental. Y, enriqueciendo el tema del que hablamos, diría que las diferencias étnicas de los latinoamericanos encuentran en el socialismo las posibilidades de su futura integración.


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