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entrevista  A MARÍA ROSTWOROWSKI, REEDITada  en su  HOMENAJE.  fue publicada en la Revista Sí, N° 403, del 28 de noviembre de 1994.  (Victor  Carranza)

María Rostworowski: “Nuestro drama fundamental, como peruanos, es la ausencia de una visión de futuro”

Por Víctor Carranza

Publicado: 2016-03-06


El tema de la identidad remece el mundo. En la ex Unión Soviética, en la ex Yugoeslavia, en África, en Palestina, por citar solo algunas regiones, la identidad nacional está en la cresta de la ola. En el Perú, ¿cuán cerca o lejos estamos de ese remezón?

Para el Perú, la identidad es su problema clave. Nuestro drama consiste en que siendo peruanos, buscamos paradigmas en otras culturas, y ello no va a funcionar nunca. Estamos bloqueados y lo estaremos mientras no hagamos el redescubrimiento de nuestra identidad o, para ser más objetiva, de nuestras identidades, porque somos un país en el que, reconociendo un tronco andino, se dieron y se dan espacios de encuentro entre diversos grupos étnicos y culturales.

El bloqueo al que usted alude, ¿cómo se expresa?

Fundamentalmente en la ausencia de una visión de futuro. Y, paradójicamente, ello es producto de la ausencia de raíces orgánicas con nuestro pasado. A ello concurren factores diversos: por un lado, está el desprecio por lo andino, que es un bumerán ya que revierte en un complejo de inferioridad, es un trauma que bloquea a la mayoría de peruanos, que si no tienen de mandinga, tienen de inga. Cuando leo los textos tradicionales de Historia y evalúo la manera de enseñarla en la escuela, nos encontramos con una realidad espeluznante: lo andino, lo indio, está reducido al folklor, los que brilla es el “valor de un pequeño grupo de españoles que hicieron trizas a un imperio”. Luego, viene el deslumbramiento por la cultura europea. Y de allí no hemos salido. Es atroz.

Ello me hace asociar el verso de Herberto Padilla: “Al árbol le quitaron sus raíces, y le dijeron: ¡ve y anda!”. ¿Es ése nuestro drama?

Efectivamente, porque de lo que se trata es que sin poder ser europeos, ni gringos, porque no lo somos, hemos dejado de lado nuestras raíces. Necesitamos urgentemente recuperar el tiempo perdido. Si lo hacemos, sin excluir los aportes de otras culturas, considero que ya vendrá nuestro tiempo en que seremos una de las culturas importantes del mundo. Y esto al margen de una opción romántica, utópica. La historia enseña que todas las culturas pasan por crisis, les pasa de todo, pero sobresalen. Estoy convencida de que vamos a superar esta crisis. No olvidemos que en una de las geografías más difíciles, los antiguos peruanos crearon una de las seis civilizaciones más importantes del mundo… Hace 50 años, hablar en estos términos concernía solo a unos cuantos; hoy, son muchos los que sienten la urgencia de debatir cómo construir nuestra modernidad, sin dejar de ser nosotros mismos. La tendencia va en ese camino.

¿Es esto lo que la hace decir con frecuencia que, independientemente de su ascendencia polaca, se siente orgullosa de haber nacido en el Perú, de ser peruana?

Sí, así es. Pero el asumirlo fue producto de una historia personal relativamente compleja: mi padre fue polaco, mi madre peruana, y recuerdo que sentía una lucha interna entre lo polaco y lo peruano, permanentemente. Mi padre quería que aprendiera polaco, que estudiara en Europa, que me casara con un polaco, y, como en esa época las hijas eran más obedientes que ahora, cumplí todos sus deseos…. Pero, todo ello no me dio identidad, sufría mucho; amé los lugares en que vivía, pero su gente me hacían sentir una desterrada. En Francia, por ejemplo, donde estudié de niña, la gente me hacía sentir que yo no era francesa, que yo no pertenecía a ese suelo; así por el estilo... Opté por Polonia, pero no me pude acostumbrar, terminé divorciándome y comprando un pasaje para el Perú… Vine buscando mi alma. Y el “milagro” se me dio en la sierra peruana: cuando la vi por primera vez, me deslumbró; el Cusco era fabuloso y toda la sierra me pareció maravillosa. ¡Había tanta fuerza en el ambiente! ¡Tal capacidad de seducción telúrica! Lo decidí: “Es aquí donde debo echar raíces… Mi segundo matrimonio, con un peruano, ayudó a consolidarlas…

El paisaje humano, ¿también la deslumbró?

Lo que me llamó la atención, cuando regresé al Perú (yo me había ido de niña), y esto lo he guardado como una sensación mágica, la primera impresión que sentí, fue el calor humano, era tan lindo; en cambio, en Europa la gente es mucho más intelectual, más “fría”. Como he viajado mucho, y no he percibido en otros países la forma tan cariñosa de ser de los peruanos, induzco, por descarte, que eso nos viene, como síntesis, de aportes culturales diversos; pero, fundamentalmente de los andinos.

La mujer peruana, síntesis también de toda nuestra historia, ha ocupado un papel importante en sus publicaciones, ¿qué es lo que más destacaría en ella?

Estudiando mitos y crónicas encontré que las tradiciones andinas formaron dos arquetipos femeninos: Mama Ocllo, mujer subordinada, sumisa, hogareña, y Mama Huaco, mujer libre, audaz, que no se somete al varón. Por otro lado, esa asimetría del poder por la cual la mujer, además de las labores productivas, participaba como curaca, como autoridad civil, se consolidaba en una fuerte ascendencia de ella sobre los hijos. La invasión española desvirtuó estas características, pero no las ha desestructurado totalmente... Esto se vuelve más complejo con la llegada de españolas, de moriscas (árabes moras tras la conquista de Granada), de negras, de asiáticas, y se genera un “ambiente cultural femenino” sumamente interesante. Eso lo asocio a la manera muy peruana de sus mujeres de “jalar la vida”: con valentía, sintiendo su maternidad de manera admirable, creando inéditas estrategias de sobrevivencia  (Club de madres, Vaso de leche, Ollas comunes, etc.); pero, sobre todo, sin perder su extraordinaria capacidad afectiva, su alegría, su vocación por la ternura… Todo esto se explica porque hay un ambiente cultural que queda en el subconsciente étnico, en el inconsciente histórico. Hay mucho de Mama Huaco en nuestras mujeres, aquellas para las que la independencia personal, la búsqueda de autonomía y respeto personal la hacen tomar resoluciones audaces. Si tiene reclamos al marido, los hace. Y si no se siente a gusto, se aburre y dice: “Hijito, tú a tu casa, y yo a la mía”… La mujer ya no quiere aguantar.

¿Está pensando en la señora Susana Higuchi?

Pensaba en términos generales, en tantas mujeres que conozco, en mi propia vida; pero si tomamos el caso de la señora Susana, allí mismo tenemos un ejemplo de como lo que llamo el “subconsciente étnico”, el “ambiente cultural” ha influido en una descendiente de inmigrantes japoneses para actuar de una manera que sería impensable en Japón. Ella es ya una peruana.


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