QUIERES PARTICIPAR EN POLÍTICA ¿PERO TENDRÁS LA SUFICIENTE MALDAD?
Advirtiendo que los intereses particulares son fuente de encono permanente, Platón propuso unir la política y el conocimiento para crear gobiernos virtuosos: en ese escenario, los filósofos deberían ser los gobernantes.
Pero, el que las personas enajenaran su libertad en un sabio poderoso, era una propuesta caudillista que no satisfizo a Aristóteles: No hay caudillo bueno, habría señalado. Para él, debería ser la ley, formalizada en la Constitución, la mejor garantía para regular las relaciones sociales.
En un país hirviente de todas las sangres, llamado Perú, en diciembre de 2014, los viejos afanes de esos ilustres griegos, no nos son extraños.
Los actuales problemas económicos del país y las duras medidas que el gobierno está tomando para “superarlos” (siempre pierden los más débiles) nos confronta a las siguientes premisas:
• Las contradicciones sociales se dinamizan en la economía: la distribución de la riqueza y de la renta nacional son los principales factores que las movilizan.
• Es en el campo de la cultura, (en la que conviven el conocimiento, la moral y el arte) donde evaluamos esas contradicciones. Aunque, generalmente, las exacerbamos cuando, en nombre de un dogma, queremos dictar una única moral para todos.
• Por ello, para (de)construir el contrato social, para permitirse mejores espacios de convivencia, “para desfacer entuertos, Sancho”, la gente quiere participar en política.
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos!
Extrañamos a Vallejo y su forma de vivir la política. Extrañamos a Javier Heraud: “Voy a la guerra por amor”.
Los extrañamos, sobre todo, cuando cada día, la felonía, la corrupción, la estafa, el crimen, frutos que los aventureros traen al reino de la política, nos alienta a gritar: ¡Que se vayan todos! Aunque, en el fondo, sabemos que tienen la suficiente fuerza como para intentar quedarse. “Es que somos una raza distinta”, nos lo recuerda un conocido político trujillano.
Sin embargo, no podemos dejarles toda la cancha. Esa sería la peor de las derrotas. El walkover que los izquierdistas han dado en las recientes elecciones regionales, no debería reeditarse.
Y no podemos hacerlo, aunque los cínicos nos recuerden, maniqueamente, que actuar en política es tener las manos sucias, hasta los codos: “Ambicioso espíritu es el tuyo, Macbeth... Anhelas la grandeza, ¿pero tendrás la suficiente maldad?”
VÍCTOR CARRANZA